El pasado domingo por la mañana viví un SUEÑO con mayúsculas. Gracias a mi editorial pude firmar ejemplares de mi primera novela publicada en la Feria del Libro de Madrid. Aún hoy, varios días después, estoy asimilando las sensaciones de aquel día. Verme rodeada de grandes escritores, diseminados por casi las cuatrocientas casetas que conformaban este año la 81ª edición de la feria del libro, fue emocionante. A muchos de ellos los admiro profundamente, y son un espejo al que mirarme. Compartir la experiencia con miles de personas que paseaban por el Retiro para cultivar su amor por la lectura y adquirir nuevos ejemplares, o vivir de primera mano cómo es sentirse arropada tanto por amigos y conocidos como por lectores anónimos, es algo difícil de describir con palabras.
De aquel día recuerdo muchas cosas. A la primera persona desconocida que, a los cinco minutos de abrir, con su sombrero puesto para protegerse del sol que empezaba a despuntar en el cielo de la capital, curioseaba por la caseta. Mercedes se llamaba. Ojeó con atención la sinopsis, para luego mirarme a los ojos y decir: “¿Me lo podrías dedicar, por favor?”.
A Dolores, una ex compañera de trabajo que acaba de emprender otro camino profesional, quien acompañada de su marido, sufrió una odisea para esquivar los cortes de tráfico para llegar a tiempo.
A mis editoras, a las que por fin pude ponerles rostro, después de innumerables conversaciones telefónicas durante los últimos meses para sacar adelante el proyecto.
Al hermano de otra compañera, gran lector que reside en Madrid, que se acercó a adquirir un ejemplar.
A los lectores anónimos, como suelo llamarlos, aquellos que se dejaron seducir por los encantos de “La memoria olvidada” y que, sorprendentemente, fueron más de lo esperado. Recuerdo como uno de ellos alabó mi letra, incluso quiso saber si había dado algún curso específico de caligrafía.
A mis queridas compañeras de promoción, que no dudaron en acompañarme en este día tan especial y que guardaré siempre en mi memoria.
Y por último, pero no menos importante, a mi marido, por estar pendiente de mí, hacer de improvisado fotógrafo para captar las imágenes que guardaré para siempre, y ser el compañero perfecto en esta aventura. Además, por si alguien no lo sabe, es el autor de la maravillosa portada con la que la novela se pasea por el mundo.
Me gustaría acabar esta entrada de blog convertida en una lectora más. Entre una firma y otra, tuve la oportunidad de escaparme a conocer a un magnífico escritor con la intención de hacerme con una de sus obras. Este autor, grande y con una prosa elegante y magnífica, escribió en su ejemplar dedicado: “Con todo afecto, para Mariví. Que también junta palabras para contar historias. Gracias por darle una oportunidad a mis cuentos”. Espero y deseo seguir juntando palabras que encandilen a los lectores, como él consigue hacerlo conmigo.
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