El trabajo previo de un escritor es fundamental para llevar la novela a buen puerto. Como en la vida, todo dependerá del modo en que se afronta el viaje. Hay escritores que se embarcan con solo un boceto sencillo de la trama, dejando que la inspiración lo guíe en el océano de la creatividad, y otros, quizás más previsores, planifican punto por punto cada etapa del viaje para que, una vez que se eleva el ancla, seguir cada uno de los pasos establecidos en la ruta. Ambos sistemas son válidos si consiguen desarrollar una historia atractiva capaz de atrapar al lector para devorar las páginas de la novela. Ninguno es mejor que otro, solo ha de cuajar a la perfección con las manías del escritor, porque será este quien elija aquél con el que se sienta más cómodo.
He de confesar que he sido durante mucho tiempo escritora de brújula. Cuando una trama rondaba en mi cabeza, esbozaba una sencilla estructura sobre la historia y, después de trabajar a fondo los personajes, me lanzaba a la aventura de teclear en el ordenador hasta terminar el manuscrito. Esto tiene sus ventajas, porque nunca sabes hacia dónde te llevará tu imaginación, aunque también hay inconvenientes. En ocasiones, me he visto en un punto delicado de la travesía, envuelta en una tormenta, y he tenido que pensar concienzudamente la manera de alcanzar el final del trayecto y no naufragar por el camino. El esbozo contemplaba el inicio de la historia, y lo que es más relevante, cuál era el final. La escena final es, casi con toda seguridad junto con el detonante, lo primero que dibuja el escritor en su cabeza. Mi primera novela, próxima a estar publicada, está escrita así: con un sencillo esquema como brújula y un desarrollo a base de ingenio. Quienes la han leído destacan el ritmo trepidante y el desenlace lleno de sorpresas.
Como quizás ya sabrás, estoy inmersa en pleno proceso creativo del siguiente proyecto. En esta ocasión, he querido crear un mapa diseñado a la perfección para navegar sin contratiempos. En dos cuadernos escritos de puño y letra guardo, con recelo, todas y cada una de las escenas del manuscrito. Realizar ese minucioso trabajo con anterioridad ha supuesto un esfuerzo considerable y una verdadera tentación. No ha sido fácil contener mis impulsos, para no lanzarme a escribir durante los casi siete meses en los que recopilé documentación, y estuve planificando la trama. Pero ahora, rebasadas las cien páginas, percibo una sensación de seguridad de la que antes carecía. Mis personajes, billete en mano, suben a bordo de la embarcación bajo un sol espléndido, y arriban a puerto en el preciso momento de la trama sin ningún contratiempo. El puzzle encaja a la perfección escena tras escena.
Al contrario de lo que pensaba, esta nueva manera de trabajar no encorseta en modo alguno mi imaginación. La serenidad envuelve el proceso creativo porque el armazón del buque es sólido, y aunque se enfrente de lleno a un mar encrespado por una borrasca, capeará el temporal y fondeará en el embarcadero con absoluta seguridad.
Que ganas de leerlo!!!
Buenísimo. Te felicito. Cómo me gusta lo que escribes, y sobre todo como lo escribes. Naciste para esto.