"Las viejas estorban y no es hasta que la funeraria se las lleva que las molestias dan paso a los buenos recuerdos y los malos se desvanecen".
Si cierro los ojos y pienso en mi infancia, el sonido que brota sin pensarlo es el traqueteo permanente de una máquina de coser. Mi madre empezó de jovencita cosiendo en las casas de las señoras de postín de su ciudad y desde entonces, nunca ha dejado de hacerlo. Incluso ahora que la artrosis sigue avanzando y le ha deformado los dedos, siempre que voy a visitarla anda entre puntada y pespunte enfrascada en mil tareas.
La razón por la que me adentré en "Las herederas de la Singer" de Ana Lena Rivera es evidente. He vuelto a los recuerdos de mi niñez y he revivido con nostalgia unos tiempos que nunca más volverán.
La novela cuenta la historia de cuatro mujeres de una misma familia cuyos orígenes están en un pueblo minero de la cuenca asturiana.
Aurora, ruda y zafia, crispa los puños y se rebela contra las injusticias en una época difícil donde ser mujer era poco más que una condena. El hecho traumático que sufrió a manos de unos desalmados la condicionará de por vida y marcará su existencia.
Su hija Águeda, devota y sumisa, se conformará con la vida que el señor tiene decidido para ella. Calla que su marido reprima sus verdaderos deseos por miedo al régimen.
Ana heredará la belleza de su abuela Aurora y se convertirá en la esposa perfecta de un hombre pudiente de la alta sociedad. Pero la vida de ensueño solo luce de cara al exterior volviéndose desdicha e infelicidad de puertas hacia adentro.
Y por último está Alba, la más joven de todas ellas. Feminista y lesbiana nos retratará la sociedad actual donde todavía seguimos anclados en determinados tabúes a pesar del progreso que hemos conseguido las mujeres.
Reconozco que me costó al principio hacerme con el hilo de la historia porque los saltos en el tiempo para contar a la vez la vida de las cuatro protagonistas me desconcertaba. Sin embargo, una vez que te sitúas esos cambios te atrapan y te empujan para continuar leyendo y saber qué les sucede a estas mujeres.
Otro acierto de la autora es haber hilvanado la vida de las protagonistas entre pequeños guiños a la historia de los últimos noventa años
El personaje más carismático es el de Aurora. He sonreído con sus desplantes, sufrido con sus tragedias y me he alegrado con las pequeñas alegrías que alguna vez le tocaron en suerte.
Una novela altamente recomendable basada en una dura historia familiar de posguerra que te hará disfrutar sin ninguna duda.
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