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Reponerse al bloqueo


Una de las cosas más complicadas por la que ha de pasar el escritor es hacer frente al bloqueo creativo. En ocasiones, aunque dispongas de tiempo suficiente para escribir, no eres capaz de hilvanar dos frases seguidas. Intentas, una y otra vez, sentarte delante del ordenador, y acabas frustrada al comprobar que no logras hacer avanzar el manuscrito. Esto, tan frecuente para cualquier artista, es terrible y bastante difícil de solucionar.


La semana pasaba rebosaba inventiva por los cuatro costados. Apenas unas mil quinientas palabras han brotado de mi imaginación durante estas últimas jornadas, y han frenado de golpe, todo el avance de los días anteriores. Aunque me cueste reconocerlo, ahora mismo mi bloqueo está por las nubes. Cuando esto me sucede, no me queda más alternativa que resignarme, esperar que sople el viento de la creatividad, y pueda izar las velas de nuevo.


Mientras tanto, lejos de quedarme de brazos cruzados, sino que aprovecho ese tiempo de ocio para mi formación. Y, ¿cómo se forma un escritor?, te preguntarás. La respuesta es sencilla. Aprendo de los compañeros. Me explicaré. Un buen escritor está inmerso en un continuo aprendizaje, y no hay nada mejor que aprender cómo otros construyen sus historias. De modo que, si sufro de bloqueo, lo que hago fundamentalmente es leer. Leer en mi tiempo libre, a veces, varios libros a la vez, pero siempre leo. A través de la lectura enriqueces el vocabulario, compruebas cómo han sido diseñadas las tramas, las subtramas, cómo han construido la ambientación, conoces a los personajes más variopintos y peculiares, y el manejo de la técnica empleada por los creadores de historias. Y, además de todo esto, encima te diviertes.


Normalmente, mientras trabajo en un nuevo proyecto, al ser escritora de novela histórica, suelo sumergirme en novelas de ese género, y afino la época en la que estoy trabajando. De ese modo, disfruto a la vez que me sigo documentando. Es fantástico enriquecer el vocabulario con términos desconocidos que acabo utilizando en mis escenas. Ahora estoy leyendo una magnífica novela ambientada en la España de la Reconquista, que adquirí en la feria del libro de Madrid, y otra, regalo de un compañero de trabajo, sobre la Semana Roja de La Palma, un suceso desconocido para mí pero de gran influencia en el devenir de la guerra civil en las Islas Canarias. Esta última hubiese sido perfecta como documentación previa para La memoria olvidada, pero la estoy disfrutando por igual, y me está sorprendiendo gratamente.


Como novedad en mi proceso de formación, he concertado una cita online con una experta en marketing para escritores. Sí, has leído bien. El escritor no solo ha de dedicarse a escribir. En este mundo interconectado, donde la presencia en las redes es esencial y la competitividad es inmensa, has de saber utilizar las herramientas que te ofrece el mercado para dar a conocer tu obra, y alcanzar así al mayor número de lectores. Eso me ha supuesto un esfuerzo extra, porque he tenido que prepararme una reunión que tengo la semana que viene. Aprovechando que me han abandonado las musas, me ha dado tiempo a leerme uno de sus libros sobre el tema y tener algunos conceptos claros. Con independencia de que la editorial tradicional haga su trabajo, gran parte de la visibilidad del escritor, solo depende de él. Como afirma en uno de los capítulos del libro, hay que crearse una buena imagen de marca, y en eso estoy, porque la imagen como escritora es mía, de nadie más, y he de procurar engrandecerla.


A pesar de sufrir el temible bloqueo, estoy contenta con el discurrir de la semana. Sigo trabajando con fuerza para abrirme un hueco en este mundo complejo, y estoy segura de que a fuerza de coraje y trabajo duro, todo es posible. ¿No crees?


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